30 años sin Andrés Escobar: un legado inmortal en el fútbol colombiano

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Recordado por su dedicación al deporte y su impacto positivo dentro y fuera de la cancha, Escobar dejó un legado imborrable que trasciende generaciones.

 En medio de la euforia por la actual participación de Colombia en la Copa América que paradójicamente también se disputa en Estados Unidos, un sentimiento de nostalgia transita por el país al recordar a Andrés Escobar, un gallardo defensor asesinado a balazos hace 30 años en Medellín, cuya imagen está inmortalizada con su sonrisa.

La vida del futbolista colombiano, apodado ‘El caballero del fútbol’ por su personalidad y elegancia para jugar, fue segada el 2 de julio de 1994 a la salida de un bar y tras haber anotado diez días antes un autogol en el Mundial de Estados Unidos, un error que terminó por costar la eliminación del seleccionado dirigido por Francisco Maturana.

“30 años después y me sigue dando duro. Fui uno de los mejores amigos de Andrés y ese momento fue muy difícil”, le dice a la Agencia EFE el exfutbolista Gildardo Gómez, quien compartió con Escobar en Atlético Nacional y en la Selección Colombia que disputó el Mundial de Italia 1990.

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Tres décadas después de su muerte lo recuerda como lo que fue: uno de los defensores más importantes de la historia colombiana, que “como jugador fue el mejor y como persona, aún mejor”.

“Le decíamos ‘Muelón’ (en el equipo)“, cuenta Gómez con un sonrisa que lo acompaña también para decir que en la defensa que conformaban “no nos pasaba nadie”.

“Vivimos momentos muy lindos. Ese grupo era una verdadera familia. Ese ‘Muelón’ era el que nos hacía reír a cada instante”, agrega el lateral, que también integró el Atlético Nacional campeón en 1989 de la Copa Libertadores y que disputó la Intercontinental en Japón, donde cuidó de Escobar por una lesión.

Como estaba “a medias”, lo animó y le hizo una promesa: “Le dije ‘tranquilo que yo no dejo pasar a nadie’; él sabía que contaba conmigo”.

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Cuando Colombia perdió (2-1) con Estados Unidos en Los Ángeles, donde el marcador se abrió con el autogol de Escobar, y días después se consumó la eliminación en fase de grupos, Gómez le pidió que no regresara a Medellín y que esperara que bajaran los ánimos, pero “El caballero del fútbol” quiso venir a poner la cara. Se encontró con la muerte.

Todo sucedió cuando salía de un club nocturno de Medellín, ciudad en la que nació el 13 de marzo de 1967 y donde algunos aficionados le recriminaron por aquel tanto en propia puerta.

En el estacionamiento, los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao también lo juzgaron por su error en el Mundial, ante lo cual Escobar le pidió a los sujetos que lo dejaran tranquilo.

No obstante, el conductor y escolta de los hermanos Gallón Henao, Humberto Muñoz Castro, salió de su vehículo y, sin mediar palabra, le propinó seis disparos al futbolista, que estaba negociando su fichaje con el Milan en reemplazo del veterano Franco Baresi.

“Esa noche me iba encontrar con Andrés, pero preferí irme para mi casa”, lamenta Gómez, quien confiesa que por su asesinato “me retiré del fútbol, me dio la tristeza más grande en mi alma; tenía dos o tres años más para jugar y no lo hice”.

Para Mateo Escobar, quien fue coordinador del programa Cultura del Fútbol en la Alcaldía de Medellín, a muchos en la ciudad se les “acabó la pasión” por el fútbol tras la muerte del legendario defensor.

“Es como si a uno le hubieran pinchado el balón. Fue casi la cúspide de nuestra sociedad en temas de violencia”, reflexionó durante el conversatorio ‘A pesar de todo… jugamos: Fútbol como garantía de no repetición’.

En un homenaje que recientemente hizo Atlético Nacional a cinco de sus leyendas, entre ellas Francisco Maturana y René Higuita, también fue distinguido el “Caballero del Fútbol” ante la mirada de sus familiares.

“Es un momento difícil para la familia, se cumplen 30 años de la partida de Andrés y quisiera siempre recordarlo con alegría, el significado de lo fue durante su existencia”, expresó el técnico Santiago Escobar, hermano del desaparecido defensa.

Así que evocó que en partidos trascendentales, en los que aparece el miedo escénico, la ansiedad y el nerviosismo, “Andrés jugaba como si estuviera jugando en la calle, pelaba esos dientes. Siempre jugó como un amateur, jugaba como si estuviera debutando”.

EFE