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La pandemia del COVID-19 ha visibilizado la profunda inequidad presente en las sociedades, particularmente en países en desarrollo como la mayoría de los latinoamericanos. Una parte de la población es más vulnerable porque es la primera en dejar de percibir ingresos y perder el acceso a alimentos y servicios básicos. Además, es la más expuesta al virus por verse arrojada a economías informales o por tener que salir de casa a cumplir labores presenciales. Si a estas personas les llegan donaciones con alimentos ultraprocesados excesivos en azúcar, grasas saturadas y sodio, esto solo empeora su vulnerabilidad e incrementa los riesgos de contraer diferentes enfermedades y hasta de morir por COVID-19.
Por eso la organización Red Papaz ha pedido al Gobierno y a organizaciones internacionales como la Cruz Roja que las donaciones para población vulnerable no incluyan alimentos ultraprocesados. También la ONU y Unicef se han pronunciado sobre la importancia de que la acción humanitaria se realice sin causar daños colaterales. Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz, dice que esto implica que las entregas gratuitas de alimentos “no tengan en el centro el producto que se entrega, sino las necesidades de quienes lo reciben”.
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En medio de la pandemia, muchas familias han recibido estas donaciones. Solo por mencionar algunos casos, la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá celebró en su Twitter la donación de al menos 11 mil gaseosas y 16 mil unidades de alimentos en paquete, mientras que el Ministerio del Deporte aplaudió la entrega de 2000 menús de McDonalds. En el departamento de Santander, en Cartagena y en Tumaco, se han hecho donaciones de productos sucedáneos de leche materna (lo que llamamos leche de tarro) para madres cabeza de familia y población vulnerable.
Hay abundante evidencia sobre los riesgos para la salud que generan estos alimentos ultraprocesados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre otros organismos, han dejado claro que el consumo de estos productos está asociado a la obesidad, el sobrepeso y Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) como la diabetes, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares. En su Modelo de Perfil de Nutrientes (2016), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que estas enfermedades están entre las primeras causas de mortalidad en las Américas.
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Las donaciones de sucedáneos de leche materna son particularmente riesgosas y van en contra de los lineamientos internacionales y las normas en Colombia. La lactancia materna debe ser la principal fuente de alimentación de los bebés y trae innumerables beneficios para su nutrición y desarrollo. En cambio, las leches de tarro que desestimulan la lactancia natural son un alimento más entre tantos productos ultraprocesados del mercado y generan múltiples riesgos relacionados con infecciones y malnutrición.