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Investigadores japoneses demostraron que las mascarillas pueden ofrecer protección contra las partículas de coronavirus en el aire, pero incluso las de grado profesional no eliminan por completo el riesgo de contagio.
Científicos de la Universidad de Tokio construyeron una cámara segura con cabezas de maniquí enfrentadas. Una de ellas, equipada con un nebulizador, simuló tos y expulsó partículas de coronavirus reales. La otra imitaba la respiración natural, con una cámara de recolección de virus que llegaban por las vías respiratorias.
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Una mascarilla de algodón redujo la captación viral hasta en un 40%. Una mascarilla N95, la utilizada por profesionales médicos, bloqueaba el virus hasta en un 90%. Sin embargo, incluso cuando la N95 se colocó en la cara con cinta adhesiva, algunas partículas aún se colaban.
Cuando se colocó una mascarilla en la cabeza que tosía, las mascarillas quirúrgicas y de algodón bloquearon más del 50% de la transmisión del virus.
“Hubo un efecto sinérgico cuando tanto el receptor del virus como el esparcidor de virus usaban mascarillas”, escribieron los investigadores en un estudio publicado el miércoles.
El consenso entre los expertos en salud de que el virus COVID-19 se puede propagar por el aire ha crecido. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos revisaron su guía este mes para decir que el patógeno puede permanecer en el aire durante horas.
Otro equipo de investigadores japoneses utilizó simulaciones de supercomputadoras para demostrar que la humedad puede tener un efecto significativo en la dispersión de partículas de virus en el aire.