Un estudio presentado insta a atender los factores culturales y psicosociales que impiden a los emprendedores hacer el tránsito hacia la formalidad, con el fin de hallar vías paran reducir eficazmente la informalidad empresarial en el país.
El estudio “Informalidad: una perspectiva multidimensional para el Valle de Aburrá”, presentado el miércoles en Medellín (noroeste), revela que está “muy presente” en el imaginario de los microempresarios que la formalización es una condición ajena a ellos y “poco necesaria”.
La investigación es del Centro de Estudios de la Empresa Micro (CEM) y liderada por la Corporación Interactuar, la Fundación Fondo de Garantías, Comfama, la Cámara de Comercio Aburrá Sur, la Fundación Proantioquia y la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.
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“Nos hemos enfocado mucho en temas tangibles, normativos y tributarios, y hemos dejado de lado la mentalidad y los paradigmas de los empresarios, que traen temores y desconfianza”, expresó la líder de transformación empresarial de Interactuar, Andrea Zuluaga.
Aseguró que “fenómenos más de tipo cultural y psicosocial” intervienen en ese tránsito hacia la formalidad.
“Hay que construir escenarios posibles en esas otras variables, un poco más cualitativas, pero que tienen todo el significado”, sostuvo la experta.
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LENGUAJE, TAMAÑO Y EDUCACIÓN
Zuluaga coincidió con el estudio en que la comunicación debe ser “efectiva” y que es necesario tener una oferta institucional “diferenciada” en función del grado de informalidad.
“Hay que cambiar el lenguaje y la terminología; necesitamos hacer esto más fácil” subrayó la líder de Interctuar al enfatizar en que no se puede meter a todos los segmentos de la microempresa en un solo tamaño, cuando una buena parte son de subsistencia.
En la presentación del estudio, la coordinadora del CEM, Karol Baptista, aseguró que informalidad “no es sinónimo de bajo nivel educativo, ilegalidad o pobreza extrema”, pues los hallazgos del informe muestran que empresarios con niveles educativos altos, como profesional y posgrado, también pueden estar en la informalidad.
Eso sí, de acuerdo con la investigación, en niveles educativos más bajos prevalece el desconocimiento, la limitación de recursos y una distancia con la normatividad.
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OTROS HALLAZGOS
Entre las razones para crear micronegocios informales está, según la investigación, la inmediatez y la urgencia que viven las personas, la incertidumbre, ausencia del Estado y de otras entidades públicas, generalización de malas prácticas y circunstancias personales y familiares.
También se evidenció que la manufactura es el sector con mayores dificultades para la formalización, con una visible precarización en la parte laboral.
“Este estudio es una validación importante de lo que está representando la realidad empresarial en este país”, dijo a Efe el vicepresidente de operaciones de la Cámara de Comercio de Aburrá Sur, José Alejandro Tamayo.
Tamayo agregó que los empresarios están reclamando que la institucionalidad tenga “un mejor sistema de comunicación, una mayor evangelización y acompañamiento” en el fortalecimiento empresarial para garantizar que los emprendedores entiendan “qué es la formalidad y que la formalidad sí paga”.
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COSMOVISIÓN Y EL IMPACTO DE LA ILEGALIDAD
La investigación estableció cinco arquetipos en los microempresarios: supervivencia, debilitados, impetuosos, sólido y robusto.
Y en esa misma línea encontraron en ellos unas “cosmovisiones de vida” con incidencia en la percepción de la formalización, entre ellas tienen mayor presencia la improvisación y recursividad, racionalidad y pragmatismo, apego a la tradición y por último vanguardia y disrupción, entre otras.
Por otra parte, el estudio mostró que los “pagadiario” (sistema de préstamo ilegal) y la delincuencia que extorsiona son “un dolor de cabeza” para los empresarios.
Tamayo explicó que la gente “más pobre y más vulnerable”, entre ella la población desplazada, sufre de esa “explotación infame” en sus micronegocios.
A modo de conclusión, la investigación reseñó la importancia de construir una estrategia de comunicación y acercamiento de acuerdo con el momento de vida de la microempresa y la reducción de trámites engorrosos.
“A los empresarios hay que llevarlos a entender que la formalidad paga. El reto es lograr un lenguaje que permita conectar realmente con el empresario y mostrarle cuál es el camino”, indicó Tamayo.