Las derivaciones del conflicto bélico en Ucrania en la economía global son una mala noticia para la resquebrajada macroeconomía de Argentina, un país que, si bien podría beneficiarse de mejores precios internacionales de los granos, suma renovadas presiones inflacionarias y un dolor de cabeza a su ya deficitaria balanza energética.
Argentina, uno de los mayores productores y exportadores globales de granos y derivados, sacará réditos comerciales de los disparados precios del trigo y el maíz, productos “estrella” de Rusia y Ucrania, y del “efecto dominó” sobre los valores de otros productos agropecuarios, como soja, aceites y harinas, en los que el país suramericano tiene un fuerte peso mundial.
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Sin embargo, este beneficio podría verse acotado por los menores volúmenes de cosecha que por factores climáticos se esperan para Argentina y por el indeseado efecto de la subida de los precios de los alimentos en el mercado doméstico de la nación austral, donde la inflación ya es muy elevada (50,9 % en 2021).
“En el corto plazo vamos a tener más inflación. Pero mientras los países vecinos parten de tasas de inflación menores a un dígito, Argentina parte de un piso del 50 % anual y no estará lejos del 60 %”, dijo Leonardo Piazza, director de la consultora LP Consulting, para quien Argentina es, por sus desequilibrios macroeconómicos, el país latinoamericano “más vulnerable” ante los efectos de la guerra en Ucrania.
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Uno de los mayores quebraderos de cabeza que el conflicto bélico trae para Argentina en términos económicos es la fuerte subida en los precios de los hidrocarburos y, en particular del gas natural licuado (GNL).
Argentina es productor de petróleo y gas, pero su actual producción es insuficiente para abastecer la demanda interna, por lo que importa gas natural de Bolivia (cuyos envíos son cada vez menores) y GNL con costosos embarques desde diferentes partes el mundo, particularmente durante el invierno austral.
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Por lo demás, la colosal formación de Vaca Muerta, la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo, ha comenzado su incipiente desarrollo masivo a un interesante ritmo, pero Argentina aún no es capaz de abastecer por completo la demanda interna y de sus vecinos.
Por eso, Argentina se ve obligada a importar GNL, un energético cuyos precios se han disparado ante los temores de problemas en la cadena de suministro de gas y petróleo desde Rusia, uno de los mayores productores mundiales de hidrocarburos.
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“Éste será el gran problema argentino del 2022″, dijo Luciano Codeseira, director de la consultora Gas Energy Latinoamérica y socio ejecutivo de la firma Ceibo Growth Strategies.
Codeseira calcula que Argentina necesitará destinar este año a la importación de GNL 3.879 millones de dólares, más del triple de los 1.092 millones de dólares gastados en 2021.REUTERS