Por Freddy Serrano Díaz
Consultor y Estratega Político
Ser la persona de confianza no resulta sencillo, pareciera que solo se trata de dedicación, entrega, actitud y lealtad, pero la política de hoy demanda que todos los atributos estén al servicio de la gente y no de la adulación con un líder.
Además de tener destreza, competencia y el conocimiento de las disciplinas, la “mano derecha”, debe evitar la soberbia y arrogancia; es un asunto de humildad e interés por aprender de los demás.
No cabe duda, se gobierna con los amigos, se escucha a los oponentes y se consolidan mayorías, de ahí depende el éxito político que debe conservar independencia frente a las tendencias extremistas y representar la diversidad pluriétnica, multicultural y multirracial.
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Una “mano derecha”, no hablamos de posturas ideológicas, debe ser soporte emocional, tanto como una primera dama o primer caballero, ese título protocolar que recibe el o la cónyuge del jefe de estado, que acompaña, que incide en decisiones pero no las toma y menos para alardear de sus alcances.
Ser la persona de confianza, debe ser reservado y confidencial, significa en política aprender del liderazgo, no promulgarlo.
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Para estos que se las saben todas, que levitan y se jactan de su incidencia, que se adueñan de la información y nunca dan razón, les tengo una mala noticia: “ustedes son la mano derecha, pero él o ella, son zurdos”.
El mejor de los apoyos, se integra a un equipo y logra resultados, cuida y brinda los logros alcanzados, sabe cuándo callar, interviene justo cuando se requiere y no busca abastecer necesidades de los suyos de manera oportunista, nunca pisotea para obtener lujos y consideraciones inmerecidas, y menos es el adecuado para andar recomendando parientes, vecinos o compadres.
“El mérito debe ser proporcional a la lealtad”.