Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político
Cerrar ciclos da lugar a balances, diagnósticos y planteamientos de todo tipo, concluimos etapas y damos espacio a la ilusión y el sueño que contrastan con la realidad.
Termina el 2022 y debemos aplaudir la madurez de nuestra democracia que permitió elegir a un líder de izquierda sin contratiempo alguno, ese mismo que a bien, negoció la compra de tierras para los campesinos con uno de sus más reconocidos antagonistas, un presidente que aún debe afrontar la inflación y la devaluación más allá de una crisis mundial desigual para algunos países, el responsable de la polémica generada con los hidrocarburos y que sostienen gran parte de la economía nacional, el que tiene el reto de alcanzar la justicia tributaria y de disminuir la pobreza en la ciudad y el campo.
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Gustavo Petro ya reconoció que no buscará reelegirse pero a su vez, insistió que su esposa no tendría nada que ver en nombramientos, mientras la señora Baracaldo dice otra cosa. Es él, nuestro presidente, quien en cuatro meses aún no completa la totalidad de nombramientos y ha sido cuestionado entorno a algunos integrantes de un equipo que, en otros aspectos, también es digno de aplausos y elogios.
En términos generales, ha sido satisfactorio ver cómo en Colombia si bien prevalece la incertidumbre ya muchos no quieren irse, a pesar que los trinos del presidente generan tanta confusión, incluso muchas veces sobran, al mejor estilo de quien gobernara a principios de siglo.
No cabe duda, el primer mandatario, se preparó toda su vida para gobernar, es un estadista, cabe preguntar: ¿su equipo también previó liderar un cambio?.
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A veces pareciera que siguiéramos en gobierno de Duque, si, ese mismo que en Mayo dijo: “… yo ganaría una reelección”, para la muestra botones: aviones de guerra, bienestarina, cobijas de plumas, vecinas nombradas, la ahora callada Irene Vélez, improvisación y la potencia mundial de la vida, con cifras elevadísimas de violencia e inseguridad.
Más verdad y menos versión es entender que los oficialistas deben escuchar al contrario, los opositores deben dejar de pelear por pelear, y los desprevenidos debemos asumir que: “si caperucita es quien cuenta la historia, el lobo siempre ha de ser el malo del cuento”.