Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político
Algún día mamá me dijo: “las personas más peligrosas son las que no toman decisiones, esas que por quedar bien quieren ser amigas de todos…”, que difícil ha sido entender su sabiduría ancestral frente al oficio de la consultoría política donde por no tener juicios de valor, puedes ser confundido ante manzanillos aduladores que no toman postura.
Para describir cómo actúan, estamos hablando de esos que no dicen si y tampoco no, han militado en todos los movimientos, abrazan sin cesar, se ríen de todos los chistes, son convenientes, en términos generales “ni frío, ni calor”, “ni chicha, ni limonada”.
Paralelo al melindroso oficio político, el elector de hoy es diferente, quiere soluciones, menos de lo mismo y más personas incorrectas que sin sonrojarse, tienen posturas a pesar de las consecuencias, con el don de reconocer: “- Puedo no compartir tus ideas pero daré hasta mi vida si es necesario para que las defiendas”.
Tanto cambió el panorama que el de hoy no es escenario grato para los extremos de izquierda, derecha o centro, ni de estar de acuerdo o desacuerdo, “todos queremos tener la razón”, pero para efectos prácticos, en democracia, el mejor argumento se traduce en votos, estemos equivocados o no.
Lo dicho se traduce en un frágil panorama digital donde cuando digo algo en favor o en contra de, salen los replicadores de las barras bravas, fanáticos decididos, aplauden o denigran, el insultario versus el comité de elogios en todo su esplendor.
Consigue seguidores el que entiende que queremos personas que nos digan las cosas de frente y nos defienden por la espalda, valoramos al que encuentra espacio en el calendario para nosotros pero más al que no necesita revisar fechas para atendernos, el reto está en asumir que es un escenario emocional tan sencillo como complejo.
Me guste o no, admiro de Gustavo Petro, que no haya dejado de ser quien es, respeto a los que piensan distinto a mi, no me agrada casi ninguna determinación del gobierno de Colombia, esperaba más, entendí con la enseñanza de mi mamá que no vale la pena tener enemigos, sí personas que no
me quieren.