Por: Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara
“Colombia Potencia Mundial de la Vida”, referencia especial para indicar que había llegado la hora de la construcción y materialización de un paraíso terrenal Latino Americano. Los añorados Estados de Bienestar Nórdicos, ampliamente referenciados en debates de política pública ya no serían un sueño, era el momento de vivir al mejor estilo europeo. Lo que tanto hemos anhelado en Colombia, por fin sería una realidad.
Las apuestas no son menores, por lo menos en dar nombre a las ideas vamos a la delantera: Pacto Histórico, Paz Total, Colombia Potencia Mundial de la Salud y la Vida, Reforma tributaria para la igualdad y la justicia social, Se Humaniza la Política Criminal y Penitenciaria etc.
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¿Pero todo lo anterior dónde se puede encontrar plasmado? El Plan Nacional De Desarrollo es la carta de navegación para lograr ese paraíso, es un instrumento donde el Gobierno define sus objetivos y metas a partir de las cuales, se podrá concretar el modelo de desarrollo social prometido y más adelante, evaluar la gestión realizada y determinar que tanto pasó del dicho al hecho.
Ahora bien, al revisar las metas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo, se plantea entregar 2,9 millones de hectáreas, pero en las bases del plan solo se hace referencia a la entrega de 400 mil hectáreas, sustancial diferencia.
En cuanto a vivienda rural, en diciembre de 2022 el Ministerio de Vivienda afirmó que el déficit habitacional asciende al 20,4% de los hogares de la urbe, mientras que en la ruralidad está en el 68,2%.
Entonces, ¿por qué el Gobierno se queda corto dentro de las propuestas? El PND no establece una meta para la construcción de vivienda rural. Solo enuncia: “se desarrollarán estrategias para la provisión y mejoramiento de vivienda en los centros poblados y el rural disperso”.
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Más disiente aún: es la meta en la reducción de la pobreza la cual tiene como línea base 39.3% y busca llegar a 35.5%, una variación tímida que quizás se establece teniendo en cuenta los grandes retos económicos con que inicia el Gobierno.
En cuanto a proyectos de infraestructura de alto impacto, la crítica ha sido constante, pues dentro del plan y sus metas no se contemplan importantes obras como el metro de Bogotá o en el caso del Valle del Cauca la construcción de la vía Mulaló – Lobo Guerrero y las que plasman no cuentan con el compromiso financiero del Gobierno Nacional, como por ejemplo, el dragado de mantenimiento del canal de acceso al puerto de Buenaventura. Si bien el proyecto es mencionado en el Plan Plurianual de Inversiones, no hay certeza de cuál será el recurso financiero que el Gobierno Nacional aportará para su materialización. Con todo lo anterior, resta decir que el paraíso latinoamericano puede lograrse, quizás empezando por un compromiso político por parte de todos los partidos, de entregar al país más realidad que optimismo retórico y más acción que discurso.