Por: Víctor Manuel Salcedo – Representante a la Cámara.
“En democracia, la diversidad de opiniones es un valor que yo comparto plenamente”. Palabras del presidente Gustavo Petro al iniciar su alocución el pasado martes 27 de febrero, y que disentían de inmediato, con la decisión de apartar de su cargo a tres de sus ministros, ese mismo día y en la misma intervención.
Nada daba lugar a especulaciones o preguntas, el mensaje era claro y mucho más la razón y el por qué, en especial, de la salida del ministro Alejandro Gaviria, quien de forma abierta y pública había presentado sus reparos a la propuesta de reforma a la salud.
“Seguiremos buscando consensos y acuerdos para consolidar y profundizar nuestras reformas”, continuaba el Presidente en su alocución. “Hago un llamado al Acuerdo Nacional, a que todas las fuerzas políticas, incluso de la oposición, los gremios, las asociaciones comunales, los barrios, las organizaciones sociales y campesinas, a cada uno de los colombianos y colombianas ayuden a construir este país con el debate y las propuestas”.
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Importante llamado del Presidente, gran apertura al diálogo y al consenso, pero de nuevo la salida del ministro Gaviria, lleva a menos la invitación a un gran acuerdo nacional.
Comprendo que no debe ser fácil para un jefe de Estado tener una voz crítica al interior de su gobierno, máxime cuando dicha voz basa sus argumentos en consideraciones técnicas. Con muy alta probabilidad lo mismo hubiese hecho cualquier otro Presidente, despedir a quien no se encuentre total y plenamente alineado con su visión e ideal de país.
Es entonces cuando vale la pena preguntar, si el llamado al gran acuerdo nacional y al consenso se debe entender válido sí y solo sí reafirma, apoya y acepta la postura oficial del gobierno, si lo que se busca es procurar una adopción social generalizada del ideal único de paz total, de la forma en que se deben prestar los servicios de salud y el manejo de recursos de este sector, de la utilización de recursos del ahorro pensional y de establecer nuevas condiciones en el ámbito laboral.
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La rigidez de una visión frustra la diversidad de opiniones y le resta valor al pensamiento que difiere. Desde luego lograr consenso en torno a una propuesta no es fácil, pero más lo sería si esta fuese construida teniendo en cuenta la pluralidad de opiniones, mediante el diálogo y ejercicios de concertación, logrando encontrar puntos de acuerdo y no una identificación constante de enemigos.
Reformas han existido y seguirán existiendo, nada es estático, todo es susceptible de cambios, el objetivo es simple, los cómos y los medios complejos diría el Presidente.
Quizás el llamado es a no complejizar más la forma en que se busca reformar sobre todo aspectos esenciales y vitales como la salud, las pensiones y el empleo. Pues sin acuerdos, no llegará el cambio.