“Si total, la libertad que buscas allá fuera es la misma que mantiene tu alma encerrada”, escribió un drogadicto durante una de las sesiones de biblioterapia que el centro público Portal Amarillo organiza en Montevideo para ayudar a la desintoxicación.
En 2013, este poeta, que prefiere mantenerse en el anonimato, pesaba 40 kilos, vivía en la calle y comía de los contenedores de basura.
Ahora, es capaz de alimentar a su mujer e hijo gracias al salario de su trabajo.
Este uruguayo es uno de los muchos pacientes que se ha sentado alrededor de la mesa ovalada de madera de la biblioteca que regenta la psicóloga Cristina Deberti en esta institución pública uruguaya para someterse a una terapia grupal de biblioterapia.
En la sesión se presentan “distraídamente” sobre la mesa revistas divulgativas, libros de historia, relatos y varias fotocopias de textos diversos.
Durante los primeros minutos, para romper el hielo entre la docena de pacientes, se habla sobre el clima o algún otro tema liviano, hasta que uno de los pacientes se decanta por ojear uno de los extractos literarios.
“Entonces, pregunto si eso le interesa, si podemos leer eso y así, de manera espontánea, empieza la terapia”, explicó a Efe la psicóloga Deberti.
La terapeuta señaló que “el texto es un pretexto para que ellos puedan poner en palabras lo innombrable”, ya que se trata de personas que en ocasiones hasta ni saben leer, pues nunca terminaron la educación primaria.
“Son pacientes que tienen dificultad para simbolizar, para poner en palabras afectos, emociones, dudas o temores”, pero que a través de un texto pueden tomar “prestadas” palabras de un autor “para nombrar algo que no sabían qué nombre ponerle, como la angustia, el dolor psíquico, las emociones y el miedo”.
Esta terapia se basa en el psicoanálisis, aunque Deberti insiste en que no existe una metodología única y pone en “valor la palabra, tanto por su ausencia como por su presencia”, reseñó Efe.
Tampoco se trata de racionalizar o entender el texto, que puede ir desde un artículo sobre motores de autos hasta una historia sobrenatural, sino de saber “qué evoca o provoca” lo leído, pues es algo “intuitivo y vivencial”.
“El proceso de simbolización ayuda a la salud mental, evita la puesta en acto de determinadas conductas. Es decir, a mayor simbolización, mayor espacio psíquico, mayor cantidad de palabras, menos actuación, menos actos violentos, menos conductas desajustadas”, sostiene la médica uruguaya.