El tratamiento de la enfermedad de labio y paladar hendido (LPH) evolucionó de una intervención quirúrgica a un seguimiento “integral” que abarca desde el proceso de gestación hasta los 18 años, cuando finaliza el desarrollo facial, indicó la especialista Mónica Domínguez.
En el Día Nacional del LPH, Domínguez, directora en México de la fundación Smile Train, afirmó que la enfermedad va mucho más allá de una “circunstancia estética”, y que se debe “brindar atención de manera constante, permanente, completa e incluyendo todas las áreas que se necesitan”.
“Es importante que sepamos que una cirugía no resuelve el LPH. Es lo más sonado y era lo único que teníamos a mano para ofrecer a la gente, pero actualmente podemos atender a los pacientes de manera integral”, aseguró.
La enfermedad afecta a la respiración, la nutrición, el habla, el desarrollo facial y el crecimiento de los que la padecen, contó la experta.
El tratamiento integral implica “un avance en la filosofía del tratamiento del LPH” que permita una auténtica integración social por parte del paciente.
Una atención desde el nacimiento resulta esencial para esta integración, contó Domínguez.
Previamente, a las embarazadas de un bebé con LPH se les aporta información para que sepa cómo alimentar al recién nacido.
A los tres meses de vida del paciente, se realiza una ortopedia prequirurgíca, ayudando a disminuir la fisura bucal para que la posterior intervención resulte menos compleja, reseñó Efe.
Después, a los 12 meses, viene la primera cirugía, en el paladar, relató a Efe la directora.
“De los 12 meses a los 8 años se mantiene el monitoreo para saber que el crecimiento facial es adecuado y la erupción de los dientes es buena”, continuó.