El actor Robin Williams se quitó la vida en su casa de California en agosto de 2014 y, durante los cinco meses siguientes, los casos de suicidio en Estados Unidos aumentaron un 10 %, especialmente entre los hombres de 30 a 44 años, según un estudio que publica hoy la revista PLOS ONE.
La muerte de Williams, de 63 años, se produjo, según la investigación, por “asfixia por ahorcamiento” y en los cinco meses posteriores se produjo un aumento del 32 % en los suicidios por ese método, frente al incremento del 3 % de otras formas de quitarse la vida.
Aunque no pueden determinar “con seguridad” que esas muertes sea atribuibles a la de Robin Williams, investigadores de la Universidad estadounidense de Columbia sí encontraron “tanto un rápido aumento de los suicidios en agosto de 2014 como, en particular, suicidios por asfixia, similares en tiempo y método” al del actor, según un comunicado.
Los datos recogidos indican que, aunque el aumento de casos de suicidio se observó en todos los grupos de edad y sexo, “los hombres entre 30 y 44 años se vieron particularmente afectados”.
Aunque otras investigaciones han mostrado ya que los suicidios crecen después de que un famoso se quita la vida, “este es el primer estudio, por lo que sabemos, que examina el efecto” de un suicidio de este tipo “en la población general dentro la era moderna de 24 horas de información constante”, dijo David Fink, del departamento de Epidemiología de esa universidad.
Los investigadores señalaron que entre agosto y diciembre de 2014 se podían esperar 16.849 suicidios, según las estadísticas, pero se notificaron 18.690 casos tras la muerte de Williams.
Los medios informaron “ampliamente” de los detalles de la muerte del actor durante los días y semanas siguientes al hecho y, aunque “tenía problemas con un tipo de demencia, las informaciones iniciales” sobre su muerte no mencionaron ese detalle.
Williams, ganador de un Óscar por el filme “Good Will Hunting” (1997), padecía una depresión severa y sufría un tipo de demencia, según reveló su esposa, Susan Schneider, después de su muerte, el 11 de agosto de 2014.
Los investigadores realizaron su estudio analizando las tasas mensuales de suicidios en Estados Unidos entre enero de 1999 y diciembre de 2015, teniendo en cuenta el sexo, la edad y el método, datos que obtuvieron de el Centro para el control de enfermedades.
También se sirvieron de la función de las tendencias de la agencia Bloomberg para identificar el número noticias en inglés que trataban de suicidio y de Robin Williams, para compararlas con las del periodo entre junio de 2013 y enero de 2015.
En las informaciones de los medios de comunicación los términos “suicidio”, “muerte” y el nombre “Robin Williams” aumentaron de manera “drástica” en las semanas siguientes a la muerte del actor, informa Efe.
Fink indicó que es “importante señalar el papel de los medios sociales como un nuevo factor de riesgo emergente” por la manera en que informan y difunden la noticia de la muerte de una persona famosa y señaló que, por ejemplo, tras el suicidio de Kurt Cobain en 1994, “hubo un cambio mínimo en las tasas de suicidio”.