El crimen organizado utiliza “de una forma abusiva” criptomonedas como el bitcoin para transacciones financieras porque “a nivel policial es muy complicado identificar” a sus usuarios, dijo el jefe de Operaciones del Centro contra el Cibercrimen de Europol, Fernando Ruiz, en una entrevista con Efe.
Las autoridades han detectado un importante aumento del uso de criptomonedas en el mundo del crimen organizado, debido sobre todo a las “marañas de transacciones” que impiden ver con claridad el origen y el destino de las transacciones, explicó Ruiz.
Los delincuentes “dividen los pagos en mil cuentas, los vuelven a juntar y los cambian varias veces de bitcoin a otras criptomonedas”, lo que “dificulta la labor policial” para seguir el rastro del dinero, afirmó.
Además, no existe ninguna entidad que supervise el desarrollo de las criptomonedas, puesto que utilizan una tecnología que “no se puede tumbar o controlar”, añadió.
Europol, que tiene su sede en la ciudad holandesa de La Haya, ofrece colaboración a los países de la Unión Europea para analizar transacciones sospechosas realizadas con bitcoins y coordinar operaciones policiales.
“Tenemos a los mejores especialistas trabajando para nosotros”, indicó Ruiz, que puso como ejemplo de éxito una operación conjunta con el FBI el año pasado que tumbó Alphabay y Handa, dos de los mercados más importantes de la ‘dark web’, la conocida como ‘internet profunda’, menos accesible que las webs habituales.
Esas plataformas manejaban más de 350.000 productos ilícitos, desde medicamentos hasta armas de fuego pasando por programas informáticos para introducir virus en ordenadores, y las transacciones se realizaban en bitcoins y otras criptomonedas, como monero o ethereum.
La mejor manera para seguir el rastro de esas transacciones es solicitar información a las empresas de cambio de divisas, pues eventualmente las criptomonedas se permutan por monedas comunes como el euro o el dólar.
Ruiz explicó que, en general, las autoridades policiales tienen una relación “muy buena” con esas compañías y muchas colaboran, aunque advirtió que no todas lo hacen, y recordó que “se puede regular” un procedimiento para conseguir una mayor cooperación.
Los criminales que infectan programas de instituciones y particulares a través de software ransomware, el cual encripta los archivos del ordenador, también piden a menudo un rescate en criptomonedas.
Un ejemplo de esto fue el ataque WannaCry, que en mayo de 2017 infectó a más de 150 países, afectó a miles de empresas e instituciones y “fue muy novedoso” por “la velocidad de propagación del virus”, dijo Ruiz.
El ataque comenzó un viernes, lo que obligó al Centro contra el Cibercrimen de Europol a trabajar el sábado y domingo siguientes para emitir consejos de seguridad que permitiesen “parchear los sistemas informáticos” y evitar así más afectados, explicó.
Aunque se propagó muy rápido, WannaCry fue “un desastre desde el punto de vista criminal” porque se dio a conocer que el abono del rescate en bitcoins no garantizaba la recuperación de los archivos secuestrados, provocando que no hubiera muchos pagos.
Además, empresas y particulares prestaron atención a las recomendaciones de las autoridades para protegerse mejor y evitar ataques en un futuro.
Estados Unidos acusó directamente a Corea del Norte de WannaCry, aunque desde Europol se ha optado por la prudencia y se dice que la investigación aún está en curso, informa Efe.
“Las pistas que se han seguido a través de las transacciones financieras han finalizado en empresas de intercambio de divisas situadas en China”, indicó Ruiz, añadiendo que el siguiente paso es colaborar con este país “para que den información sobre quién ha intercambiado esas criptomonedas”.