El número de muertes probables por el último brote de ébola declarado hace dos meses en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) asciende a 104, de las que 72 han dado positivo en laboratorio, según datos oficiales.
El Ministerio de Sanidad congoleño, en un último informe distribuido anoche con datos del 29 de septiembre, apunta que el total de casos asciende a 159, una cifra que se desglosa en 127 confirmados y 32 probables.
Desde que se declarara el brote el pasado 1 de agosto en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, el control de esta epidemia se ha resentido, según el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), por el fuerte rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento; así como por la inseguridad imperante en la zona.
“Si comparamos el desarrollo de esta última epidemia con la del pasado mayo en la provincia de Ecuador, noroeste de la RDC, en ese entonces fuimos capaces de disminuir el rechazo comunitario mucho más rápido que ahora”, detalla a Efe el portavoz de Unicef en la RDC, Yves Willemot, en una entrevista telefónica desde Kinshasa.
Por ello, las labores de comunicación, de acuerdo con Willemot, son en esta ocasión prioritarias y, desde hace unas semanas, incluyen a supervivientes del ébola en los diferentes equipos como “prueba de que se puede sobrevivir si se es tratado a tiempo”.
Otro factor que dificulta la pronta erradicación de este brote es la presencia de conflictos armados en las áreas afectadas, con flujos continuos de personas que huyen de un lugar a otro a causa de la violencia, pese a que podrían haber estado expuestas a la enfermedad.
“Además, se trata de una área mayor que la del pasado brote y que delimita con países como Uganda, Sudan del Sur y Ruanda; por lo que el riesgo potencial de contagio es obviamente mayor”, afirma Willemot.Efe