La Familia Castañeda recuerda la historia en el carnaval de Pasto

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Como si se hubiesen levantado de sus tumbas y de una procesión de muertos se tratase, los habitantes de Nariño de siglos pasados vuelven a las calles de Pasto para celebrar el desfile de la Familia Castañeda, que evoca la historia de Colombia en el tercer día del Carnaval de Negros y Blancos.

La edición de 2019 del desfile lleva por nombre “Las historias que cuentan las calles de la ciudad y sus corregimientos” y en él participan de 24 estampas y 22 murgas.

El desfile toma el nombre de la familia Castañeda, que llegó a la ciudad de Pasto en 1929 encabezando un cortejo variopinto que se cree que iba en peregrinación al santuario de Las Lajas, una basílica encajada en el cañón de un río y que atrae a miles de devotos en el departamento de Nariño.

Al frente del séquito festivo están Pericles Carnaval y la Reina, seguidos de la familia Castañeda y su recua de caballos, carromatos y un grupo de sirvientes que, danzando sin parar, regalan caramelos e interactúan con el público.

Aunque menos vistoso que el desfile del “Canto a la Tierra” de ayer, los participantes de la familia Castañeda exhiben el mismo entusiasmo, si bien siempre se ha asociado este evento del carnaval a las clases más opulentas de Pasto, al contrario que el resto, de carácter más humilde y popular.

Muchos toman el desfile de la Familia Castañeda como puerta de entrada a otras celebraciones del Carnaval de Negros y Blancos, como es el caso de Sebastián Faz, quien está disfrazado del expresidente Enrique Olaya Herrera.

“Es un preparativo que nos inicia para el carnaval”, afirmó y agregó que muchas de las personas que toman parte en él “no están tan preparadas”.

La escena que representa el grupo de Sebastián ironiza sobre la compra de votos en Colombia en los años 30, pues llevan empanadas de 60 centímetros para intentar “comprar” el voto de los visitantes, y se enmarca en lo que llaman el trío de autoridades.

Las otras dos son la militar y la eclesiástica, en la que participa Carolina Santacruz, ataviada con el hábito marrón de las Hermanas Conceptas de Pasto, unas monjas de clausura.

“Es la pugna de los años 60, cuando la mujer accede al voto en Colombia y busca la emancipación sexual”, detalla Santacruz sobre la temática de su estampa, en la que buscan contraponer el conservadurismo de Nariño con las ideas progresistas, y mostrar cómo las monjas cambiaron su posición respecto al voto.

“Por encima de monja eres mujer y como mujer tienes unos derechos”, concluye para resumir el pensamiento del personaje al que representa.

Las alusiones a figuras clave de la independencia colombiana también son una constante: la estampa de “la calle de las monjas”, formada por religiosas y soldados, muestra el apoyo de la población pastusa a las tropas realistas españolas.

Pasto fue una de las pocas localidades de Colombia que se opuso a la independencia. Por encima de todas destaca la figura de Agustín Agualongo, un militar mestizo que luchó junto a la corona y que llegó a enfrentarse en combate a las tropas de Simón Bolívar en la batalla de Ibarra (1823).

Si bien la jornada con un componente indigenista más fuerte fue la de ayer, la estampa de la Fundación Cultural y Ambiental Pie de Ánima representa las tradiciones de la comunidad indígena que está asentada en el corregimiento de Obonuco.

“Estamos representando un momento histórico en nuestro cabildo indígena, que es la elección de nuestro cabildo gobernador”, dice Walter Diego Malte, el vocero de la organización, que añade: “la figura central es el diablo”,

Y el diablo se llama David Esteban Pupiales.

Con los ojos inyectados en sangre, dos cuernos en la cabeza y la cara pintada de vivos colores, Pupiales aclara que no se trata de un disfraz, sino de una vestimenta típica de su comunidad indígena.

“Más que utilizar este traje como un disfraz, queremos apropiarnos de lo que es nuestro. Nosotros venimos a lo largo de la historia de estar danzando siempre con estos trajes”, aclara.

El diablo es un personaje trascendental en la mitología indígena de la comunidad asentada en Obonuco porque lo ven como el guardián protector del volcán Galeras, que proyecta su imponente sombra sobre Pasto y en cuyas faldas vive esta comunidad.

Con todo, la felicidad impera. O, como predijo Pericles Carnaval en la lectura de su bando, “que sonrían las miradas y también el corazón”. Efe