Foto: Archivo referencial
Los clanes que tradicionalmente han dominado la política regional volverán a mostrar su fuerza en las elecciones de alcaldes y gobernadores del próximo domingo en las que el clientelismo se impone como medio para mantenerse en el poder.
En todo el país hay familias que desde hace décadas manipulan los hilos de la política local y aunque muchos de sus líderes han sido condenados por corrupción o por vínculos con paramilitares, utilizan a terceros para perpetuarse en la administración pública.
La inexistencia de cultura política que permite la venta del voto y la casi nula sanción social dejan la puerta abierta para que caciques regionales se perpetúen en el poder, afirmó a Efe el director de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), León Valencia.
“La gente sigue votando por ellos porque su lealtad en las regiones no se basa en visiones ideológicas sino en una especie de intercambio clientelar. Los recursos públicos van para atender necesidades personales y directas de esos electores o líderes”, afirmó.
Valencia señaló que la compra de votos es una “práctica generalizada” en el país, fenómeno que se repetirá en las elecciones del domingo en las que están en juego 1.101 alcaldías y 32 gobernaciones.
NEGOCIOS Y POLÍTICA
El clan más notorio es de la familia Char cuyo emporio empresarial funciona como punta de lanza para sus aspiraciones políticas en Barranquilla, capital del Atlántico y cuarta ciudad del país.
Fuad Char, el patriarca de la conocida como “Casa Char”, hizo fortuna como comerciante en Barranquilla y desde allí escaló a la política donde sus hijos Alejandro, alcalde de la ciudad, y Arturo, senador, consolidaron la hegemonía familiar.
Entre sus negocios están el popular club de fútbol Junior, la cadena de supermercados Olímpica, la red de emisoras de radio del mismo nombre y el Banco Serfinanza.
Los Char mandan desde 2008 en Barranquilla, donde Alejandro goza de elevados índices de popularidad del 91 %, hasta el punto de que su candidato a sucederle, Jaime Pumarejo, tiene una intención de voto cercana al 80 %.
Para la Gobernación del Atlántico su ficha es la exalcaldesa Elsa Noguera, que lidera las encuestas también con más del 80 %.
FAMILIA Y PODER
Los Char, que en opinión de Valencia son el más poderoso clan del país, encabezan una larga lista de apellidos y nombres que conforman grupos regionales de poder.
Entre ellos están Dilian Francisca Toro, gobernadora del departamento agroindustrial del Valle del Cauca, donde la favorita a sucederle es su candidata Clara Luz Roldán.
Otros caciques activos son Bernardo “Ñoño” Elías y Musa Besaile (del departamento de Córdoba), Yahir Acuña (Sucre), la familia Gnecco (Cesar), Juan Francisco “Kiko” Gómez (La Guajira) y los Zucardi (Bolívar), algunos de ellos más conocidos por sus líos judiciales que por su obra de Gobierno.
Es el caso de Acuña, candidato a la Gobernación de Sucre, señalado de presuntos vínculos con paramilitares.
Situación similar se da en el departamento de Norte de Santander, donde se perfilan como ganadores de la Gobernación y la Alcaldía de Cúcuta los candidatos del exalcalde Ramiro Suárez, vinculado a paramilitares y condenado a 27 años de cárcel por homicidio, y de quien se dice que maneja la política regional desde su celda en Bogotá.
CENTRALISMO Y REGIONALISMO
Los clanes surgieron hace varias décadas como contrapeso local y regional al centralismo administrativo de Bogotá al que se unen en época de elecciones presidenciales.
“Como este es un país centralista, la reacción de los políticos fue conformar grupos fuertes en las regiones para negociar con los del centro recursos y decisiones políticas”, explica Valencia.
Otra característica de los clanes es que en muchos casos, para mostrar su fuerza, se apartan de los partidos tradicionales cuando lo consideran conveniente y presentan candidaturas respaldadas por los llamados movimientos ciudadanos.
“Ellos muestran que no dependen de los partidos políticos y como algunos de éstos les niegan el aval por ser candidatos cuestionados (por problemas judiciales) recurren a las firmas para camuflar su situación”, dice.
Con esta modalidad los clanes también dan “un barniz ciudadano al tema” pues recogen firmas para respaldar sus candidaturas ante la autoridad electoral.
DEPREDADORES Y RACIONALES
Valencia considera que hay dos tipos de clanes políticos: los “depredadores”, que se apropian de los recursos públicos y no invierten en el desarrollo de la región, y los que “tienen manejos más racionales” del erario, ya que obtienen beneficios pero hacen obras públicas que agradan al electorado.
Para combatir este fenómeno, el experto dice que es necesario hacer una reforma a fondo del sistema electoral para que sea el Estado el que financie las campañas y se evite así el ingreso de dinero ilegal.
“Hoy en día la única manera de transformar esto es que el país se parezca más a Bogotá, a ese electorado crítico, libre, a ese electorado más de opinión. Es un proceso de urbanización más asentado, de ciudadanía, de educación política”, concluyó. EFE