Aunque el cáncer infantil se presenta en menor cantidad que el cáncer en adultos, este se convierte en una experiencia que impacta fuertemente los sentimientos y las emociones de toda la familia del paciente. Esta enfermedad no se puede prevenir, sin embargo, existen síntomas y signos de alarma con los que el médico puede sospecharlo.
Según el doctor Óscar Javier Muñoz, oncólogo pediatra adscrito a Colsanitas, “ante la sospecha de cáncer en niños, existen varios estudios de laboratorio e imágenes que ayudarán a confirmar la posibilidad de un cáncer y enseguida se tendrá que realizar algún tipo de procedimiento quirúrgico para establecer un diagnóstico preciso y de esta forma determinar cuál es el mejor tratamiento”.
A nivel mundial, por cada 150 diagnósticos de cáncer en adultos, se diagnostica 1 caso en niños. Esto representa entre el 0,7% y el 1% de todos los cánceres en toda la población. Según el doctor Muñoz, “todo comienza cuando una de las células de cualquier parte del organismo, por razones desconocidas, se trasforma en una célula maligna que se vuelve inmortal y empieza a duplicarse”.
En el caso de los niños, la quimioterapia es un tratamiento indoloro que toleran mucho mejor que los adultos. Se puede administrar en un ámbito hospitalario, siempre en compañía de sus padres o de forma ambulatoria. Actualmente, los efectos de la quimioterapia en los niños se pueden prevenir o disminuir con un porcentaje muy alto de control. Así, las náuseas y el vómito se controlan con antieméticos que funcionan muy bien.
Los tipos de cáncer en niños más recurrentes son las leucemias, seguidos de los linfomas y los tumores originados dentro del sistema nervioso central. Conoce las recomendaciones generales para las familias que deben afrontar un cáncer infantil.
- No se deben asumir sentimientos de culpa: algunos padres pueden reprocharse a sí mismos sobre si sus actitudes, descuidos o estilos de vida que llevan son la causa por la cual el niño desarrolló un cáncer. Las causas por las cuales un niño se enferma de cáncer aún son desconocidas y por lo tanto no se puede prevenir. La actitud de los padres debe orientarse a buscar el mejor tratamiento y estar atento a las indicaciones del personal médico.
- Disminuir el impacto de la enfermedad en la vida del niño: se trata de integrar la enfermedad a la vida de los niños, entendiendo que este es un evento circunstancial y que el desarrollo de su infancia debe continuar. De acuerdo con el tipo de tratamiento, el cuerpo médico tomará decisiones con respecto a retirarlo por un determinado tiempo de su jardín, colegio o universidad, en el caso de los adolescentes. Es necesario seguir atendiendo sus necesidades escolares, buscando así que las retome con la mayor prontitud posible.
- Recibir acompañamiento constante del equipo médico: el diagnóstico y tratamiento del cáncer pediátrico requiere de un equipo multidisciplinar que desplegará sus capacidades para ofrecerle el mejor tratamiento al niño. La confianza en el equipo de profesionales contribuirá constructivamente al proceso, convirtiendo a las familias en un respaldo para ellos en lo que respecta a las recomendaciones que se deben seguir en la casa.
- Escuchar al niño: algo tan sencillo como escuchar puede hacer la diferencia en la forma como el niño asume la enfermedad y se toman decisiones con respecto a la enfermedad. Puede suceder que el niño prefiera tomar el medicamento en una presentación y no en otra, o sentir que es más cómodo recibirlo en un determinado horario. Es importante atender lo que el niño dice, y por supuesto, comunicarle al personal médico estas inquietudes.
- Buscar acompañamiento psicológico: dentro de la atención que se le brinda a los niños y sus familias en las unidades de oncología pediátrica, están los servicios de psicología y trabajo social a los que se puede acudir para recibir apoyo en el curso de esta circunstancia que se enfrenta a nivel familiar.
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