Por: Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara
Desde décadas atrás el país no marcha bien. En su larga e indeseable historia de violencia política, Colombia parece continuar inmersa en conflictos que nada aportan al país. Comenzando 2023 y arrancando nuevo gobierno, las marchas convocadas por distintas fuerzas políticas atizan la confrontación y hacen más largo el camino hacia el cumplimiento de una paz total.
La convocatoria a marchar genera desgaste político, incertidumbre, afectaciones de salud mental, caos en la movilidad, hace que el país se detenga con los consecuentes efectos económicos y además genera una sensación de acudir al pueblo para beneficio propio y es aquí donde vale la pena preguntar ¿Qué tan bien le hace al país, la estrategia de las marchas? ¿es seguro socializar grandes reformas en medio de marchas y manifestaciones?
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Pareciera que las marchas fueran la excusa perfecta para acudir al capital ciudadano en momentos de inestabilidad, como si las instituciones constitucionalmente llamadas a trabajar por el bienestar general no estuviesen cumpliendo su deber.
Colombia debería estar transitando la senda del crecimiento económico y la prosperidad general para sus ciudadanos, las grandes potencialidades de nuestro país, su riqueza y biodiversidad unido al talento de colombianas y colombianos, deberían generar un gran sentimiento nacional en donde marchemos juntos y en unidad para lograr el cambio profundo que anhelamos, pero al contrario las marchas se han convertido en la carta predilecta de la confrontación política, la manifestación de odios, incapacidad de dialogo e incertidumbre.
Entiendo al Presidente Gustavo Petro, pues como primer Presidente del progresismo colombiano, se enfrenta a tradiciones y costumbres políticas históricamente arraigadas, las cuales hacen que su reto de gobernar sea mayor. Quisiera hallar una justificación lógica para las actuaciones de algunos de sus ministros, por el momento asumiré que obedece a que es la primera vez que se enfrentan con el desafío de gobernar, pero también es importante decir que buena parte de la responsabilidad en crear un ambiente de confrontación que ya se materializa en las calles, la tienen aquellos ministros de gobierno que desde el primer momento no han hecho más que identificar enemigos en todos los sectores.
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Creo que los ministros deberían tomar el ejemplo del Presidente Gustavo Petro, quien ha demostrado grandeza política y se ha sentado a dialogar con sus opositores y críticos, limitando el avance de distanciamientos políticos que más adelante se vuelven irreconciliables. Por poner un ejemplo recientemente el Presidente dialogó con el expresidente Álvaro Uribe y con la Alcaldesa de Bogotá Claudia López, encuentros que se hicieron públicos y que todo el país conoció.
Por el momento hacer un llamado a la responsabilidad de líderes políticos y desear que las marchas convocadas durante el mes de febrero no terminen en eventos inesperados ni infortunios y que pronto podamos decir: el país marcha bien.