Los electores esperamos demasiado, en nuestro concepto: “esta vez sí”; vamos a tener un elegido que cumpla sus promesas.
¿Cómo pretenden que la política sea seria?: llegan tarde, no contestan el teléfono, dejan en visto; cuando pagan, la deuda ha crecido; todo les parece caro, se olvidan de quien les ayuda y su distracción muchas veces está asociada al rumor y al chisme… en fin, la condición humana hace de las suyas en izquierda, derecha y centro.
Lejos de ideologías, las apariencias no engañan, las que burlan son las expectativas. Los electores esperamos demasiado, en nuestro concepto: “esta vez sí”; vamos a tener un elegido que cumpla sus promesas.
Atributos como llegar cuando nos esperan, ver a los ojos, saludar con firmeza, recordar cada nombre, respetar credo, raza o religión, evitar el insulto y nunca ocuparse de ser superiores, hacen parte de lo que se ve sin necesidad de ir por la vida dando explicaciones.
Es tan simple como entender que, si bien había un inventario de posturas aceptables para otras épocas; en el mundo de hoy la arrogancia representa insulto y pisotea la dignidad, los electores no soportan falsedad, soberbia, ímpetu, o cualquiera de los pecados capitales que acompañan a quienes quieren ser líderes.
“Yo no”, dirán muchos, a veces ni se dan cuenta y menos creen que necesitar preparación, su aproximación con la gente, simplemente es inadecuada. Debemos insistir, “para salvarse hay que escuchar al que lo va a decir sin pena, temor o rubor”.
“A mí me respeta”, dirán otros. ¿Acaso responder un mensaje, atender una llamada o cumplir lo prometido no hace parte de lo que reclaman? Esa es la cuestión, ojalá entiendan que el mundo seguirá marchando cuando ellos no estén. Ahora, está claro: el tiempo, la inversión y las acciones no alcanzan para todos, por eso necesitan estrategia y organización.
El o la protagonista de esta historia se repite en todas las esquinas y vale tanto la pena como la atención que prestan a quien les llama, la cuestión es que un elector premia con su voto en un escenario de cortejo a esa persona que no le olvida, que está pendiente y que se ocupa de realidades, no de promesas.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político