Apoyar a Maduro es defender lo indefendible, creer que mañana se irá como si nada.
Tras un cuarto de siglo en el que pareciera que la mayoría de los venezolanos lo han vivido todo y lo han dicho todo, llega un nuevo proceso de selección presidencial y que de elección tiene poco.
Un sistema democrático debe garantizar que una persona gobierne después de ser elegida por el pueblo tras ganar las elecciones, sin embargo, se advierten casos puntuales como el de Venezuela, donde sin las mayorías, los que desgobiernan buscan mantener el poder a costa de lo que sea.
Más allá de golpes de estado, regímenes, revoluciones y otros escenarios anti democráticos, el cuestionamiento a la legitimidad se asocia a esta situación puntual donde cualquier cosa puede pasar, incluso la generación de nuevos conflictos políticos y sociales, tras el proceso que se surtirá el 28 de Julio de 2024.
En teoría, una vez el oficialismo de ese país se proclame como ganador o no quiera reconocer la lógica derrota, lo que el mundo quiere saber es: ¿qué sucederá en Venezuela con el respeto a los derechos humanos, la transparencia en el proceso electoral y el apoyo de la población?; la situación claramente ha guardado distancia del deber ser, y así “la horrible noche” solo concluirá cuando el poder militar le otorgue democracia a la democracia.
La jornada de presuntas elecciones en Venezuela es un tema muy complejo y cambiante, luego es difícil predecir con certeza qué ocurrirá, ahora bien: lo que es evidente da cuenta de un régimen cada vez más débil y aún no derrotado, contrastado por una oposición que debe seguir luchando contra la adversidad, insistir y nunca perder la esperanza.
Apoyar a Maduro es defender lo indefendible, creer que mañana se irá como si nada, es inocente; dejar de luchar es convalidar a los que han mantenido el poder, pero no tienen autoridad.
Muchos estamos absolutamente convencidos que la situación es tan particular que en Venezuela para gobernar no bastará con ganar las elecciones.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega político