La población de padres de familia de cierta edad o adultos mayores es la más propensa a desarrollar enfermedades auditivas como la hipoacusia.
Las estadísticas no mienten: hay más ancianos que niños de primera infancia y se calcula que el 13.9% de los colombianos son mayores de 65 años y solo 8,4% eran niños entre los 0 y 5 años, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Por si fuera poco, se estima que Colombia tendrá 10 millones de adultos mayores en 2031.
A propósito de la celebración del mes Internacional de las Personas de Edad, uno de los factores a tener en cuenta en una persona que va avanzando en edad es el deteriorando de los sentidos, con la potencial aparición de la presbiacusia, entendida como la pérdida auditiva en personas mayores y uno de los trastornos más comunes que afectan a este grupo poblacional.
“Lo normal es que todos vayamos perdiendo la audición, pero dependerá de la gravedad de caso de cada adulto mayor, sus patologías clínicas o si llegó a tener antecedentes que afectaran este sentido.”, afirma Andrea Bravo, directora clínica de Medel zona norte de América Latina.
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Gran parte de las consultas médicas sobre problemáticas del oído se relacionan con el deterioro de este sentido, que al final termina en pérdida auditiva y desemboca en la necesidad de buscar soluciones para recuperar la audición por medio de un ‘oído biónico’ o implante coclear.
“Es un proceso de envejecimiento del sistema auditivo y neurosensorial en el que progresivamente las células del oído interno se van deteriorando y perdiendo. Por consiguiente, el paciente va perdiendo audición sobre todo en frecuencias agudas, que son las que nos dan la discriminación o entendimiento del lenguaje”, comenta Bravo.
La hipoacusia es discapacitante y afecta la calidad de vida de los adultos mayores, ya que pueden no comprender algunas palabras, en especial en lugares con sonido ambiente o mucho ruido y se vuelven más sensibles a ciertos sonidos agudos.
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Detectar la presbiacusia es fácil
Según los especialistas hay que analizar estas posibilidades para detectar a quien sufre de esta enfermedad:
1. Oye, pero no comprende. Se pierden los sonidos agudos y se pueden oír fonemas graves como la vocal ‘a’ pero no los agudos como la letra ‘s’ lo que hace que se confundan unas palabras con otras.
2. El ruido los enreda más. Por ejemplo, si la persona debe pedir constantemente que le repitan las palabras, principalmente en espacios en donde hay más personas o donde se generan conversaciones simultáneas.
3. Aparece un pitido o zumbido. Es la clásica señal de que la pérdida auditiva comienza a hacer de las suyas. Cuando esto suceda lo mejor es pedir un examen auditivo o logoaudiometría para verificar si es necesario poner dispositivos de amplificación auditiva como son audífonos convencionales (para que el paciente oiga y entienda mejor) o un implante coclear, para casos más complejos.
4. Las voces masculinas son más fáciles de entender que las femeninas. Así como suena: entre más aguda es la voz, es más complicado de entender para una persona con esta enfermedad.
5. No solo es cuestión de edad. Si bien las personas mayores son más propensas a perder la audición paulatinamente, los malos hábitos como no hacer ejercicio, tener una alta exposición al ruido e ingerir ciertos medicamentos, pueden acelerar este proceso natural de desgaste.