Desde su nacimiento, el ser humano se enfrenta a numerosas pérdidas que aprende a aceptar a través del duelo, un proceso de adaptación emocional que, en última instancia, es decisivo para asumir la muerte de uno mismo o de un ser querido.
Hay “muchos tipos de pérdida y cada uno te lleva a un duelo. El duelo es el tiempo que te tardas en ajustar, en adaptarte a la nueva realidad”, explicó a Efe la presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología, Teresita Tinajero.
Los seres humanos empiezan a entender el duelo con pérdidas pequeñas, que pueden ser naturales o no naturales.
Por ejemplo, un bebé al nacer asume una primera pérdida, el confort del útero materno, y debe aprender a pedir comida por primera vez.
Algunos años después, cuando pisa la escuela, será la madre quien sufrirá un sentimiento de pérdida al ver que su hijo gana autonomía.
Aunque no siempre impliquen dolor y sufrimiento, una pérdida de empleo, el fin de un noviazgo o ser víctima de un asalto también requieren pasar por un duelo, agregó la especialista de esta asociación civil fundada en 1994.
La tanatología es una disciplina científica que se encarga de encontrar el sentido al proceso de la muerte, sus ritos y significados, abordando el concepto desde la biología, la psicología, la sociedad o la bioética.
“Hoy es mucho más que la atención a la muerte”, indicó Tinajero. Así, todo aquello que causa dolor, sufrimiento o preocupación se asume a través de distintas etapas, reseñó Efe.
La experta puso el ejemplo de un paciente al que se le detecta un cáncer de cerebro y se le da una esperanza de vida de entre tres y cinco años.
Primero, vive una fase de negación -no puede digerir de inmediato las palabras del médico-, pronto pasa a la rabia y el paciente se enoja con él mismo.
Existe también una etapa de negociación o regateo, en los que se “negocian sentimientos de culpa”. El enfermo se encomienda a la Virgen, o el empleado busca cómo evitar el despido.
También se cae en una etapa de tristeza o depresión, que cuando se confronta con la muerte lleva a una profunda reflexión sobre la “intencionalidad” de los actos propios.
Al final del proceso de duelo -ya sea por un caso mortal o no- llega la anhelada aceptación, cuando asumes la realidad y buscas, de un modo u otro, hallar una explicación satisfactoria.
Estas etapas las viven las personas que sufren “la pérdidas y los involucrados sentimentalmente, y no van de la mano”, pues se van entremezclando, explicó.