Plantas de tomate de árbol visten a la finca La Ilusión en el municipio colombiano de Santa Rosa de Osos como símbolo de esperanza y del cambio de vida que ha emprendido Saida Milena Pérez para convertiste en agroempresaria después de “volver de la muerte” y probar su experticia en el campo.
“Uno como mujer tiene muchos problemas en una finca. No es un trabajo fácil”, dijo a Efe la agricultora de 38 años a modo de reflexión mientras revisa los frutos de su cultivo, que ha levantado en solitario y de una forma casi instintiva.
El nombre de su propiedad encierra mucho de su historia, pues subrayó que en el campo empezó con “ilusiones porque plata no tenía, tenía solo ilusiones”.
“He empezado de cero, desde abajo. Hasta mi casa la hice poco a poco, fui la ayudante del constructor”, contó la emprendedora, quien como madre soltera ha lidiado con el machismo en un actividad en la que “los hombres no permiten que una mujer les salga adelante”.
En la labor campesina, Saida Milena halló la motivación para continuar en medio de las secuelas que le dejó un ataque propinado por su padrino dos décadas atrás, un episodio que ha revivido durante las tres cirugías que ha soportado en distintas etapas para retirarle las balas que quedaron alojadas en su cabeza.
“Ha sido muy difícil mi vida, pero desde que me paré de la muerte volví a empezar”, comentó la dueña de La Ilusión, un lugar que viene levantando desde hace siete años, pero que empezó a tomar forma en 2019 con el impacto de la Iniciativa de Finanzas Rurales (IFR).
Este es un proyecto de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) que le ha permitido a la Corporación Interactuar apoyar a comunidades rurales que han sido impactadas por el conflicto interno de Colombia.
Con el acceso a un crédito y capacitaciones bajo el programa Método Base de Aceleración (MBA), el propósito de transformar su finca en una agroempresa ha empezado a dar resultados con la siembra de unos 1.250 árboles de tomate, que en pocos meses entregará su primera cosecha.
“Mi sueño es sembrar toda la finca en tomate de árbol. Para eso se necesita constancia y dedicación, además del dinero”, señaló Saida Milena, quien entendió que en 22 hectáreas hay otras posibilidades y por ello desarrolló también un proyecto de reproducción de trucha arcoíris, actividad que alterna con el manejo de pollos de engorde, gallinas ponedoras y novillones.
Un día, sin tener el conocimiento, decidió abrir un hueco en la tierra y adecuar un estanque para empezar el trabajo con las truchas, una apuesta que le resultó y consiguió vender en esa primera prueba unas 40 libras de ese pescado en el pueblo y abrir el espectro de sus metas.
“Quiero colocar una truchera turística, que la gente venga los fines de semana a relajarse”, expresó la campesina, quien está dedicada principalmente a su cultivo con la ayuda de dos trabajadores y la seguridad que le da sumar conocimiento con los talleres que recibe para aplicar buenas prácticas y llevar registros de todas las actividades.
Como “todavía hay mucha tierra por explotar”, envió una muestra del suelo de su finca a estudiar para evaluar la posibilidad de sembrar gulupa, una fruta exótica con “buena salida y tipo exportación”, un proyecto que parece posible con los beneficios de la IFR, que ha promovido la participación de la mujer y grupos vulnerables en los servicios financieros y de conocimiento.
El director ejecutivo de Interactuar, Fabio Andrés Montoya, explicó a Efe que más allá de una entrega de créditos, el trabajo en la zonas rurales va direccionado a “empoderar” comunidades y a “acelerar” los niveles de desarrollo para elevar la calidad de vida de los emprendedores.
“Ha sido un experiencia maravillosa que nos ha ayudado para nuestro crecimiento y nos permite llegar a zonas a las que hubiese sido muy difícil llegar”, sostuvo Montoya.
Bajo la bandera de las Iniciativa de Finanzas Rurales, un proyecto apalancado por USAID para promover la inclusión de mujeres, afrocolombianos, indígenas y otras poblaciones marginadas, Interactuar ha abierto oficinas en los municipios de Tarazá, Tierralta, Santa Rosa de Osos, Sahagún y Lorica, con el propósito de aumentar la cobertura y llegar a emprendedores como Saida Milena.
Desde 2016, la IFR ha llegado a 197 municipios colombianos de departamentos como Tolima, Valle del Cauca, Cauca, Córdoba, Meta y Caquetá. Efe