La pimienta y la ganadería son los proyectos productivos con los que decenas de campesinos del caserío de La Esmeralda, cerca a la frontera con Ecuador, regresaron a sus tierras y buscan dejar atrás el rastro de violencia que dejaron en la zona las FARC y los paramilitares en la década pasada.
Rodeadas de millares de árboles, las fincas de La Esmeralda se abren paso en una zona selvática de difícil acceso y ocupan un largo y fértil terreno donde los campesinos pueden sembrar casi todo tipo de productos, pero que por culpa del conflicto armado se vieron obligados a cultivar coca.
Una de ellas es María Angélica Pérez, quien volvió a su casa, se acogió al programa gubernamental de restitución de tierras y vive tranquila en el terruño que tuvo que abandonar por los enfrentamientos que tenían lugar en la zona entre la guerrilla de las FARC y las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
“Nosotros tuvimos una balacera en medio de mi casa. (…) Es una gran bendición de Dios que nosotros estemos vivos porque alcanzamos con mis hijos a escondernos en el patio y los paramilitares pasaron por encima de nosotros echando plomo (bala) y se empezaron a echar junto a nosotros para defenderse”, contó a Efe Pérez.
La mujer, de 65 años, recordó con dolor los momentos que vivió en 02000 cuando la violencia entre guerrilleros y paramilitares se recrudeció y tuvo que huir con su familia a la localidad ecuatoriana de El Quinche, aledaña a Quito.
“Cuando llegamos al Ecuador vivimos en un cuarto arrendado, llegamos con la ropita y mis hijos salieron a buscar trabajo. No les querían dar trabajo hasta que los acogió una empresa de flores”, detalló Pérez, quien aseguró que nunca pudo adaptarse a su nueva vida porque recordaba con nostalgia a Colombia.
Fue por ello que tomó la decisión de regresar al departamento del Putumayo (sur), donde está La Esmeralda, y se encontró con que su casa estaba abandonada, había sido saqueada y los grupos armados todavía seguían en la zona, reporta Efe.
“Empezamos a sembrar maíz, arroz, plátano y yuca para sobrevivir”, añadió Pérez, quien manifestó que todo comenzó a mejorar cuando se desmovilizaron las AUC en 2006.
No obstante, el gran cambio en la vida de la campesina llegó en 2015 cuando apareció en la zona la Unidad de Restitución de Tierras (URT) y se pudo acoger a los programas gubernamentales de apoyo.