“Las clínicas de sueño en nuestro país están en su mayoría llenas de pacientes con hipersomnia”, sostuvo el médico, quien insistió en que el desajuste “provoca disminución en el estado anímico”, entre otros síntomas que a menudo se confunden con la depresión.
Ser hipersomne supone tener un sueño excesivamente prolongado y profundo, y las personas que lo padecen experimentan somnolencia en el transcurrir de su día a día, dificultándoseles las actividades laborales que requieren de esfuerzo físico y mental.
Ambos padecimientos hallan un nexo común “en la disminución la capacidad de las personas para realizar sus actividades”, señaló Haro.
“A nadie le hace feliz estar somnoliento en distintos momentos del día. Entonces es muy fácil que se confunda esta hipersomnia con la depresión”, comentó.
“Si alguien tiene sueño en cualquier momento del día, ronca, amanece con boca seca, tiene problemas de atención y memoria y empieza a dejar de soñar, es indicativo de que el ronquido ya provocó un alteración respiratoria llamada apnea del sueño, y esta es la principal causa de hipersomnia”, detalló.
Para distinguir entre ambas enfermedades debe recurrirse a un diagnóstico diferencial, que determina que “alguien está deprimido si no presenta la apnea del sueño y los demás síntomas”.
Sin embargo, el especialista aclaró que “esta (la depresión), sin duda, acompaña a los trastornos del sueño y el principal es esta hipersomnia”.
Este exceso de sueño “es consecuencia del desajuste del reloj biológico, que lo ocasiona dormir tarde”, algo que altera la necesidad de horas de descanso que cada ser humano tiene programada genéticamente.