Aunque la tradicional figura de la partera es una costumbre que se remonta a la época prehispánica, aún continúa muy vigente en las comunidades indígenas del sur de México, donde buscan un reconocimiento oficial.
En la mayoría de las zonas rurales del estado de Chiapas, la partera es la encargada de atender los embarazos y partos de la comunidad, puesto que no tienen acceso a los servicios sanitarios o porque así lo determinan sus usos y costumbres.
Precisamente, las habilidades de las parteras son transmitidas de generación en generación desde hace siglos.
“Empecé a los 27 años como partera, soy la quinta generación en mi familia porque lo era mi tatarabuela, mi bisabuela, mi abuela, mi madre y ahora yo”, explicó a Efe María Roselia Liévano.
Esta partera de 59 años contó emocionada que su centenaria bisabuela fue quien la animó a aprender el oficio de partera y que, tres décadas después, “agradece a Dios” haber seguido ese consejo.
En municipios que sufren alta marginación social como Oxchuc, cerca de la frontera con Guatemala, muchas mujeres prefieren ser atendidas por una partera debido al peso que tiene esta tradición dentro de su comunidad.
María Santiz vive en Oxchuc y pasó su embarazo junto a una partera puesto que, al ser mujer, le dio más “confianza” que si la hubiera atendido un doctor, reporta Efe.
“No da mucha pena con ella (la partera), con los doctores da más pena, ella es mujer, se siente bien con una partera”, aseguró.