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Las semillas transgénicas han permitido a los agricultores colombianos mejorar las cosechas de maíz y algodón sin ampliar la frontera agrícola y con menores costos económicos.
Así lo señala un artículo publicado por la revista GM Crops & Food, en el que se analizó el rendimiento de los cultivos en el país durante los últimos 15 años.
“La evidencia del impacto de los quince años de adopción de algodón genéticamente modificado y doce años de maíz apunta a una contribución positiva neta para abordar la producción de cultivos y los desafíos ambientales que enfrenta la agricultura en Colombia”, señaló el economista agrícola y autor del artículo, Graham Brookes.
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Al respecto Daniel Echeverri Gil, agricultor que tiene una finca en el municipio de Roldanillo, en el departamento del Valle del Cauca, dijo que los rendimientos en las cosechas son representativos ya que al ser resistentes a plagas de importancia, utilizan menos mano de obra porque reducen el número de aplicaciones de insecticidas, entre otros beneficios.
Por su lado, la directora del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), Deyanira Barrero León, aseguró que “el aporte de los cultivos modificados genéticamente ha sido muy positivo para los agricultores en el país”.
Según cifras del ICA el año pasado los campesinos colombianos sembraron en 21 departamentos del país 88.269 hectáreas de maíz genéticamente modificado y 12.908 hectáreas de algodón en siete departamentos.
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El artículo de Brookes, que fue revisado por otros científicos, destaca que los agricultores mejoraron en rentabilidad, pues se beneficiaron de un aumento en sus ingresos de 301,7 millones de dólares en los últimos 15 años.
También se lograron rendimientos gracias a un mejor control de plagas y malezas por la optimización en el uso de insumos, obteniendo un 30% más de rendimiento para algodón y un 17 % para maíz genéticamente modificado.
A eso se suma que se logró una mayor productividad sin ampliar la frontera agrícola pues en estos 15 años, los cultivos transgénicos agregaron 630.000 toneladas de maíz y fibra de algodón a la producción nacional sin necesidad de destinar más tierras para ello.
Asimismo, las prácticas agronómicas con los cultivos tolerantes a herbicidas han permitido una menor labranza, siembra directa y conservación del suelo. EFE