Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Consultor y estratega político.
Dicen por ahí que en la política como en el poker, los gallos o las apuestas, las deudas deben ser de honor aún cuando no siempre se pagan, más si responden a acuerdos de palabra que no están en papeles y que muy pocos conocen.
¿Qué tipo de acuerdos hicieron Rodolfo y Marelen?, ¿hay en realidad una deuda?, ¿quien le debe a quien?, pues bien, la polémica del cobro despiadado del ex candidato presidencial a Marelen, ha despertado toda suerte de reacciones mayoritariamente respaldando a la ex vice rectora de Uniminuto, hoy Representante a la Cámara.
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No cabe duda, Marelen tenía una deuda, pues salió del anonimato para acompañar a un rock star con una simpática puesta en escena dicharachera, desparpajada y disruptiva, que no se compadece con ahora querer cobrar por impulsar la fama.
Se equivocaron los dos al no ser claros y al acceder a la práctica componedora tradicional que decían atacar, ahora, estoy seguro que la doctora Castillo agradece el ser promovida pero, ¿quien le puede pagar a ella por aguantar la humillación de un octogenario convencido que con sumisión sus seguidores deben hacer lo que él diga?.
Marelen le dio seriedad a la campaña de Hernandez, complementó la defensa a los juicios que por machismo y misoginia resultaron recurrentes; Marelen ha pagado y con creces, una deuda que a juicio de muchos ya está saldada.
Por su parte, Hernandez no ha sabido hacer relevo y ojalá entienda la importancia de una cantera, pues muchos votamos con ilusión, luego está equivocado y debe aceptar que ni es dueño de ninguna verdad absoluta, ni es el único que piensa diferente a los políticos tradicionales.
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Más allá de deudas y compromisos ojalá los cuadros directivos de la Liga sigan contando con Marelen, no como una empleada de una firma de ingenieros; ojalá se abra el espacio a la democracia, ojalá esto sirva de lección para oficialistas y opositores que unidos pueden construir un escenario de diferencias y respeto.
“Los clanes familiares o partidos monárquicos que ayer tanto criticamos no pueden ser lo que hoy defendemos, la democracia nos guste o no, supone abrir el espacio, el caso de Marelen ha de servir para defender a Francia y a tantos más que se han sumado a causas, donde la soberbia de un rey, ya no puede tener cabida”.