El actor mexicano Rafael Amaya asegura que la quinta temporada de la serie “El Señor de los Cielos”, en la que interpreta al poderoso narcotraficante Aurelio Casillas, refleja la realidad que se vive en su país natal.
“No se puede tapar el sol con un dedo, lo único que puedo hacer es contar la historia y decirle al mundo entero ‘Esto es lo que está pasando en mi país, es mi responsabilidad como artista'”, dice Amaya en entrevista con Efe en Los Ángeles.
La nueva temporada de la serie, que se estrena en Telemundo el próximo 20 de junio en horario estelar, aspira a repetir el éxito de las cuatro anteriores, referentes de la audiencia hispana desde que la obra salió al aire por primera vez en abril de 2013.
Y Amaya cree que el éxito de la serie radica precisamente en retratar una realidad que no todos se atreven a contar.
“El público dijo ‘Por fin alguien nos dijo la verdad, no nos están mintiendo con un melodrama de que los hombres son perfectos y las mujeres más'”, agrega.
Amaya reconoce que muchos mexicanos ignoran la realidad sobre el narcotráfico, incluso el actor confiesa que antes de encarnar al “Señor de Los Cielos”, mientras vivió en España, desconocía la profundidad del problema.
Sin embargo, el reto de encarnar a Aurelio Casillas lo llevó a investigar muy de cerca sobre lo que pasa con estos personajes, viajó a Sinaloa y trató de entender las pasiones y motivaciones que llevan a estos personajes a vivir al máximo su vida.
Este trabajo de compenetración con esta clase de situación es la que le permitió a Amaya desarrollar a un personaje que en esta temporada se presenta como un cazador implacable, reseñó Efe
“Ahora no es solo de dispararle a la gente sino de irla a cazar, incluso hasta comerte el corazón (de su víctima). Más crudo, más animal, más cavernícola”, advierte.
Precisamente esta trama violenta que parecería hecha solo para atraer más audiencia es la que muestra la atrocidad que el narcotráfico ha dejado en la sociedad mexicana y latinoamericana, asegura Amaya.
El actor explica que su personaje inspira tanto miedo que es capaz de darle a una de sus víctimas un arma cargada con una sola bala para que se suicide antes de que él llegue. Una fama de temor que muchos de los narcotraficantes reales han construido a través de los años.