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Este año ha sido retador, el nuevo COVID-19 hizo que las personas se adaptaran rápidamente, algunos al teletrabajo, los niños al estudio virtual, los adultos mayores a quedarse en casa con la idea de ser población de alto riesgo, los que deben salir tuvieron que incorporar todos los cuidados de protección, entre otros. El mundo enfrenta un cambio radical y ante esta nueva realidad Juanita Rojas Restrepo, psicooncóloga pediatra de la Clínica del Country, realiza algunas recomendaciones a tener en cuenta para enfrentar con fortaleza mental la nueva normalidad.
Sin embargo, si a pesar de ponerlas en práctica, se presenta un sentimiento de angustia y miedo al futuro que permanece o se agudiza, es necesario buscar ayuda de un profesional de la salud mental para recibir atención oportuna.
Frente a los niños y adolescentes
- Los niños reaccionan según lo que ven en sus padres por lo que hay que hablarles con honestidad y claridad, pero con calma sobre lo que está pasando. Por ejemplo, para que acaten el distanciamiento físico, hay que darles razones y explicaciones para que no se llenen de temores.
- Si bien la tecnología le ha servido a los niños y adolescentes como herramienta para hacer tareas, conectarse con el colegio, jugar y estar en contacto con familiares y amigos, es importante que los padres hablen con los hijos sobre los tiempos que le dedican a su uso.
- Se recomienda generar una estructura en la que se establezcan horarios para cada actividad, esto genera una sensación de estabilidad, no solo para los niños, sino para los adultos también.
Adultos mayores
- En esta coyuntura, los adultos mayores pueden sentirse afectados porque han perdido su independencia. Por eso hay que hacer valer su palabra dentro de la casa y lograr que ellos perciban su valor dentro del núcleo familiar.
- Hay que fomentarles el uso de la tecnología para que no se pierda la cercanía y sientan autonomía.
- Si están solos en casa, asegurense de llamarlos, incluso por video, de mandarles mensajes de compañía. Esto ayuda a que sientan la cercanía y el cuidado de sus seres queridos.
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Convivencia de toda la familia
- Hay que centrarse en las cosas que aún se pueden controlar, como las medidas de protección – lavado de manos, uso de tapabocas, cambio de ropa al volver de lugares concurridos – para evitar el aumento de la ansiedad.
- Como la situación no va a cambiar en el corto plazo, cada persona debe enfocarse en encontrar herramientas que le funcionen para manejar la incertidumbre, como la meditación, cocinar, leer, hacer respiración consciente, o la práctica de ‘mindfulness’.
- Con respecto a los espacios, si es posible, que cada miembro de la familia tenga su propio lugar. No tiene que ser una habitación, sino un espacio que le pertenezca solamente a esa persona, esto ayuda a respetar la independencia y los momentos de soledad que en algunas ocasiones son necesarios.
- Con el fin de generar dinámicas familiares sanas, es importante que todas las personas de la familia se sienten a la mesa y conversen qué esperan, qué les ha gustado y qué no de estos meses de aislamiento para llegar a acuerdos sobre la nueva fase de extensión del aislamiento.
- Para reducir la ansiedad del home office hay que hacer una pausa para evaluar cómo ha funcionado el trabajo en casa; sobre todo, el tiempo que se le está dedicando al trabajo y quitándole al descanso y el esparcimiento. Así, se pueden pensar estrategias para hacer el trabajo más efectivo, garantinzando el descanso y el auto cuidado.
- Puede pasar que haya un aumento en la ingesta de comida debido a la ansiedad que genera esta situación. Es importante, entonces, tratar de mantener o aumentar la actividad física para para prevenir el aumento del peso y controlar los alimentos y los horarios.