Foto: EFE
Susan y otras dos compañeras entran sonrientes a la habitación que el cliente preparó. Forman parte de una empresa mexicana que ha trasladado los bailes eróticos a los hogares para ejecutar los movimientos sensuales con distancia segura y ofrecer sana diversión durante la pandemia de covid-19.
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Susan Vázquez es bailarina desde hace cinco años, ha estado en televisión y bailado con múltiples artistas, y desde hace dos años forma parte, como jefa de equipo, de la compañía Mi último beso, que ofrece servicios de “table dance” a domicilio por la cuarentena.
“Realmente no es una actividad esencial, pero somos un entretenimiento artístico y toda la gente nos ha buscado para festejar ocasiones. La gente busca algo de diversión, un momento de paz, porque han estado mucho tiempo encerrados”, cuenta la bailarina en entrevista con Efe.
Junto a su equipo, Susan crea coreografías adaptadas a cada momento, por lo que en esta ocasión, cercana al Día de Muertos (1 y 2 de noviembre), tienen un show especial protagonizada por una catrina (mujer calavera) que lleva un espectacular sombrero y está rodeada de bailarines que mantienen la llamada sana distancia.
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Desde su fundación hace ocho años, Mi último beso se propuso la tarea de salvaguardar la seguridad de los clientes, que se había ido perdiendo conforme aumentaba la inseguridad durante la vida nocturna en México. EFE